domingo, 28 de marzo de 2010
Todo es culpa de Santiago
No, esto no es una aparición del más allá ni una carta póstuma publicada luego de mi asesinato por parte de una cyberprieta buscando venganza... En verdad soy yo! Si, así es, he vuelto a pesar de los intentos de mis más arduos enemigos de que esto no ocurriera (sucks!); pero todo lo hice por ustedes, conchetumadres queridos lectores. Como algunos saben, estuve 12 días en Peralillo redimiendo mis pecados trabajando junto con el voluntariado de la Usach para ayudar a los afectados del terremoto. Bueno, no pienso entrar en detalles de como me fue, como lo pasé, que hice, que esto, que lo otro, etc, ya que me da un real paja (Mi poder de síntesis es como las weas como para resumir 12 días de una forma sencilla e interesante). Sólo voy a decir que fue una bonita experiencia y si tuviera la oportunidad, volvería a hacerlo.

En fin, ahora nos vamos a concentrar en esta cagá interesante entrada, la cuál está un tanto relacionada con lo vivido en Peralillo. Todas las cosas que vi y disfrute en esos lares, comida de campo, viento fresco, el ambiente, un sol agradable (esos que queman harto, pero no sofocan), grata compañía, y lo mejor de todo: el cielo. EL CIELO! Que cosa más hermosa, tanto de día como de noche me fascinaba. Mirar hacia arriba y saber de que era una extensión infinita que abarca mucho más allá de lo inimaginable (Mamón MODE: ON). EL asunto de poder tirarme sobre el pasto y escuchar el viento durante el día, y en la noche, ponerme mis audífonos, escuchar "Galactic Coldwave" (Industrial Pesado con líricas sobre el Espacio, para los poco vio's) y mirar las estrellas, de las cuales podía distinguir ciertas constelaciones, además de montones de nebulosas que se marcaban a lo largo de esa gigantesca pantalla negra llena por todos lados de puntitos brillantes. Algunos saben que a mi me fascina todo eso del espacio y todo lo que está más allá del globo terrestre, es por eso que durante las noches estaba tillible mojado mirando hacia arriba. Inclusive, una compañera de labores en el voluntariado pensó que yo era como super piola, que tenía un mundo interior super grande (ahhh?) y que tenía pinta de reflexionar todo el tiempo. Ahí me di cuenta de que la gente siempe se hace prejuicios e imágenes muy distintas de mí, o sea, para decirlo en palabra shilenas, que tengo cara de weón. Bueno, la cosa es que yo estuve muy la raja durante esos días, ya que pude olvidar todos los atados y dejar de pensar un rato en ese ruido que me atormentaba desde hace algo más que un año (aunque, para peor, se me fue el tiro por la culata, pero esos son detalles que publicaré en feisbuk para ser más popular que mi compañero Ignacio y mostrarle a los demás hasta lo que cago). El punto es que me sentía completo, el hecho de trabajar, sentirme útil y contemplar las estrellas que siempre ha sido mi sueño esta lo más cerca posible de una, hacía que anduviera muy relajado por la vida. Bueno, también hubieron días en que se me le salió lo polvorita y putié a algunos individuos, pero se lo merecían por ineptos. Fue estupendo; podía dormir 4 horas y trabajar todo el día, pero el cansancio físico no me era pesado, de hecho, ni lo sentía. NO SE ME CAYÓ NI UN PELO! Esa wea me excitó, ya que siempre que me lavé el pelo, no vi ni un pelo en mi mano luego de sacarme el champú. Era el paraíso... Pero llegó cansancio mental, me enojé mucho con algunos jefes de cuadrilla, extrañaba a mis hermanas y primas, y lo peor de todo, poco a poco fui siendo asediado por los recuerdos, que para desgracia, se vieron reflejados en otros puntos. Para el día 12, ya no daba más... Llegué a Santiago, un cielo plomo con sólo unos pocos pares de estrellas brillando, el ruido de los autos; si hasta el agua la encontré mala! Cuando entré al baño, me mojé el pelo, y para colmo, encontré pelos en mi mano... Me di cuenta de que en verdad se había acabado y había vuelto a Santiago...

En la foto se puede apreciar (de izquierda a derecha): Yo, Chofa, Marité, Giselle, Don Manuel (al caballero que le hicimos una mediagua), Pipe, Yohan y Casimiro (nadie se acordaba de su nombre, así que le pusimos ese nombre)

Ese fue un grupo con los que compartí, onda al primer día de trabajo agarré confianza con ellos y nos llevamos super bien. Con el otro grupo, en el que siempre estaba, fue demasiado afiatado (no puse fotos de ellos porque aún no estoy etiquetado en alguna xD). Dentro de toda esta experiencia, de lo bueno rescato a los compañeros y amigos que hice y a la gente que ayudamos... Y de lo malo, rescato el hecho de al menos estar ahora convencido de que hice lo correcto, a pesar de que me hubiera gustado otra alternativa, era problable que hubiera terminado peor...

Como punto final a todo esto: CLASES! Si, mañana volver a la Usach, porfin ver a mis amigos que los extrañaba un montón, wear y sacar la vuelta como siempre y aprovechar cada momento que pase. Después de todo, y gracias a Dios a quien sea, que no todo en Santiago en malo...

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