Ayer fue un día memorable. Mi querida y bien ponderada amiga
Conipino cumplió 22 años el 22 del 11 (la mitad de 22), justo el mismo día en
que el Internetes cumplió 44 años (el doble de 22), también el 22 yo estoy de
cumpleaños, pero esa wea fue hace como 3 meses atrás y recuerdo que tiramos la
casa por la ventana; también es el día que está de cumpleaños la Kari, pero en
Abril, y un 22 es además nuestro aniversario, pero en Enero; el número 22
también es explicativo en sí, ya que 22 es decir 2 veces 2, dato estúpido e
irrelevante. Pero lo más importante de todo el 22, sobre todo el de ayer, es
que el miembro más importante de este espacio (o sea yo), volvió a las viejas
andanzas: Apagones de tele con cuática.
Si, ese mismo Daniel que era célebre por aquél período
2009-2010 (años en el que este espacio también estaba en su punto más álgido y antes
de que se llenara de bots) revivió desde lo más recóndito del ser e hizo de las
suyas en una calurosa noche de Noviembre. La historia detallada más a fondo se
encuentra después del salto.
SALTO
Hacía un calor de mierda, yo echado en la cerámica del baño
tratando de capear el care gallo cuando mi polola me da un recado, el que me
recordaba que hoy celebraría el cumple de la Pino en el Juan XXIII a las 18
horas GTM -4:00. Para ser sincero, no tenía ganas de ir sabiendo que a esa hora
el calor iba a seguir dañando mi cutis, pero bueh, no podía fallarle a la Pino.
Así que tomé todo mi humanidad y me metí a la ducha, esperando poder así
sacarme el piñen y el “viejaculiaismo” que imperaba en ese momento. Agarré mi
mochila, la 3DS para sacarle unas moneitas al caminar, eché una chomba y partí
en la bici camino a la perdición.
Cuento corto: Luego de putear a algunos taxistas y tocarle
la sirenita a las viejas que paseaban a sus perros en la ciclovía, llegué a los
míticos sectores de Juan Moya. Cuanto sabe Juan Moya y la casa del Manu. Pasé
por adentro del parque, vi a la manga de neo hippie punks que proliferan en
Ñuñoa echados tomando y fumando discutiendo sobre la baja cantidad de
votantes, para finalmente llegar donde mis amigos.
Cuento corto II: Tomé, si, tomé. Lo suficiente como para
estar ad-hoc en una situación de celebración, jolgorio, alegría, chupadas de
sobacos, música para disimular el culión que se pegaba el vecino, entre otras
cosas. El punto es que mágicamente la hora pasó volando y nos fuimos al patio,
llegó más alcohol (el que se reproducía como conejo por culpa de las promos de
Báltica), llegaron los infaltables combos, llegaron las minas llegó más
gente, y todo siguió su natural curso hasta la hora de irme a casa.
Recuerdo que apañé a Panchito y M. Sebastián a Macul/Grecia
a tomar la micro, para luego subirme en mi bicicleta, cerrar los ojos mientras
esperaba la verde del semáforo de la esquina, y abrirlos porque sentía que el
perro me chupaba la cara mientras yo yacía en el suelo. DA FUCK! “Estoy en los
cielos?” Fue lo primero que dije al ver al perro tan contento al verme,
mientras mis zapatos estaban tirados en la puerta de la entrada, la mochila en
el pasillo y yo postrado en la alfombra. Salté despavorido del suelo, agarré
las llaves y caí rodando bajé corriendo las escaleras hacia el
estacionamiento de bicis del depto. VOILA! La bici estaba estacionada, bien
parada y con el candado puesto! Subí, me senté en el sillón y con el mayor de
mi esfuerzo mental, trate de hacer memoria… Nada. No recordaba como llegué ni
lo que hice. COMO MIERDA LLEGUE A LA CASA! Por los acontecimiento que
procedieron, llegué a pensar que de verdad estaba muerto: EL perro me hizo
gracia, mi hermana se levantó y me dijo que dejé el baño con el neuro
flotando sin tirar sucio pero no me retó por ello (sabiendo que ella odia
que le ensucie el baño), mi papá se dio cuenta de que mi pieza lleva 3
semanas 1 día sin que la ordene, me ofreció un pancito de esos Daily Fresh
que a mí me encantan, me invitaron a un asado y me salió un Scyther Adamant de
5IV (?). Era el cielo, todo lo bueno estaba pasando de manera espectacular.

La promo de la discordia.
A modo de termino. Hasta ahora, solo he podido recordar 3
cosas: Yo tocando todos los timbres de Av. Larraín (algo nuevo en mí), haber
arrastrado un basurero a mitad de Av. Irarrazabal porque me miró feo (Si, un receptáculo
de plástico puede mirar con malas intenciones a un ebrio ciclista) y a mi mismo
a la entrada del depto diciéndome “No escribas esto, porque te van a retar”.
Good night, good fight!